La corrupción es un problema inherente a las organizaciones públicas y privadas, el cual puede socavar su integridad y prestigio, suponiendo por tanto un problema social, económico y político a muchos niveles, ya que no sólo afecta a los altos cargos, sino a todos los niveles organizacionales de la persona jurídica.
Este problema es un desestabilizador de organizaciones, ralentiza el desarrollo económico y desprestigia el valor democrático de las instituciones. La realización sistemática, tanto a niveles directivos como de campo, puede provocar que una sociedad vea su progreso mermado y mal visto desde el exterior, aunque estemos hablando de un gobierno o de una empresa.
El caso de Wayne Shaw trascendió al panorama internacional debido a la presencia de las casas de apuestas en el mundo deportivo y por lo absurdo y rocambolesco de la apuesta en cuestión.
El señor Shaw, portero suplente de fútbol del equipo inglés Sutton United F.C., presente en la quinta división inglesa, fue acusado de “comerse un bocadillo mientras estaba en el banquillo de su equipo durante el partido de fútbol contra el Arsenal F.C.
La acción en sí misma de comerse un bocadillo no tendría mayor relevancia si no fuera porque una de las casas de apuestas que cubría el partido permitía la apuesta de 8 a 1 a que Mr Shaw “se comería un bocadillo durante el transcurso del mismo”.
El propio jugador, al conocer la existencia de la apuesta previa al partido, contó a unos amigos que probablemente ingeriría algún alimento durante el partido, lo cual es contrario a la normativa en materia de apuestas, dado que ningún jugador puede apostar directa o indirectamente o influir en el resultado de una apuesta.
En el momento en el que se conoció el resultado de la apuesta se realizó una investigación en la que, a pesar de que se habían agotado los cambios para su equipo y era imposible que saliera al campo y el partido estaba a 10 minutos de terminar, se concluyó que el jugador actuó directamente en el resultado de una apuesta con pleno conocimiento a fin de favorecer a terceros, lo que resultó en la salida de Mr. Shaw del equipo de futbol como sanción disciplinaria, así como la imposición de una sanción de 375 libras y la prohibición de jugar en partidos federados durante dos meses[1], [2].
Estamos, por tanto, ante una situación que podría haber sido perfectamente prevista por la dirección del club o, al menos, se debería haber concienciado a la plantilla sobre las buenas prácticas respecto del cumplimiento de la normativa anticorrupción, blanqueo de capitales o corrupción entre otras.
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